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Los pescadores atribuyen la "plaga" de cangrejos rojos a la repoblación ilegal.

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Fecha de publicación: 16/9/2012 • Fuente:ileon

Apenas quedan algunos cotos de especie autóctona que el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Léon guarda con celo, para evitar que se contagien.

Esta es una historia de cangrejos. Para ser precisos de cangrejos rojos, y cangrejos señal, que este año pueblan como nunca los ríos leoneses. Y por concretar aún más si cabe, el relato se ciñe a la fase previa en la que se nos muestra al bicho protagonista rodeado de ajos laminados y dorados, pimentón y listo para un buen festín.

Los pescadores leoneses, 35.000 licencias de las 90.000 registradas en toda la Comunidad, están en parte asombrados por la abundancia de cangrejo rojo y cangrejo señal, en cualquiera de los ríos de toda la provincia.

Muchos pescadores interpretan esta aparición masiva como la consecuencia de repoblación interesada, al margen de las operaciones emprendidas por el propio Servicio Territorial de medioambiente.

Aunque la propia autoridad competente no descarta esta posibilidad, la repoblación al margen de los planes oficiales, Javier Sancho, responsable de esta área en León, ha incidido en que no existe nada extraño, porque lo que se ha hecho es abrir la veda, que concluye el último día de este mes de septiembre, a todos los ríos, sin límite de capturas ni de tamaños.

 

Escasez

 

Hasta este 2012 la captura de cangrejo se limitaba a tres docenas por persona y día y con una longitud mínima; y como se trata de una infracción grave, la multa, de varios de miles de euros, es de esas que terminan por dar la puntilla al bolsillo. Y la pesca no estaba abierta en todos los ríos, ni muchos menos. En un intento por acompasar los recursos fluviales a la cantidad de cangrejos, la óptima para evitar males mayores, el servicio de medio ambiente ha abierto este año casi todos los ríos leoneses a su captura, sin límites de cantidad ni de tamaño, y eso que algunos ejemplares capturados a orillas del Porma más parecen crustáceos de los que flotan en las mesas de navidad que cangrejos de río.

Al margen de este veda sin límites, que concluye el 30 de este mes, la normativa, aprobada en junio, exige que nada más que se capturen debe procederse, dada su agresiva capacidad de expansión, a quitarle el telson, el estómago; la operación es sencilla.

En la cola están situadas tres aletas; basta con tirar de la central y san se acabó el bicho y con su capacidad de colonización. Y eso es lo que pretende esta medida, tal y como ha explicado Javier Sancho a iLeon.com, evitar que alguien eche al río algunas piezas vivas y la colonia siga creciendo sin control.

De hecho, algunos vecinos de poblaciones a orillas de ríos cangrejeros, como el Porma o el Bernesga o el Cúa o el Cea creen que la voracidad de ambas especies, unida a la aparición de algunos residuos contaminantes en los ríos, han llevado a estos cangrejos a comerse todo lo que pillan, e incluso ponen en peligro la pervivencia de otras especies, habituales en los cursos de los ríos cuya descendencia se la meriendan estas variedades americanas de cangrejos.

 

Los pescadores leoneses no entienden esta exigencia y aseguran que los cangrejos, como sus parientes ostentosos, siempre están mucho jugosos cuando se cuecen vivos. Y mucho menos entienden que, además, como te pillen con ellos vivos, en el tránsito del río a la cazuela, encima te cae propina en forma de multa.

 

Afanomicosis

A principios de la década de 1970 del pasado siglo el cangrejo autóctono, que poblaba con densidad los ríos leoneses y los reteles (una cubo con malla y un cebo en la base que se cierra cuando el cangrejo se abalanza por el señuelo) se llenaban sin esfuerzo, vivía feliz y contento y propiciaba a buenas reuniones gastronómicas.

Pero poco después se ideó la inserción de la especie de cangrejo señal para equilibrar los ríos leoneses y el hongo que portaban y al que eran inmunes, el afanomicosis, acabó con la especie autóctona. Y si quedaron algunos restos, de ellos se encargó una especie un pelín más agresiva; el cangrejo señal.

Por eso, los pocos especimenes autóctonos que quedan se guardan con el mismo celo que se guarda ahora el Códice Calixtino y su presencia se limita a unos pocos reductos, en lo que no se han mezclado sus cauces con las aguas del resto de los ríos por los que navegan las especies infiltradas y los hongos que arrasan con todo lo que pillan.

Y estos focos se mantienen en secreto porque el propio pescador podría transportar en sus enseres habituales el fatídico microorganismo o el virulento conquistador de los ríos leoneses.

Dicen los expertos que las nueva variedades tienen mucha apariencia y poca chicha, y que no saben a nada: al comensal, para hacerse una idea de lo que fue, sólo le queda que hartarse de mojar pan, si la salsa lo merece.

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